HACIA EL OCASO
DE UNA
GENERACIÓN...
- LA LOCA FELICIA
- DON
MENESIO
- PEDRO TUSA
- CARLOS
JUILIO
- CILANTRA
- MAMORRO
- EL MAESTRO
- TOÑITA
- MARTINIANO
- JOSÉ
PEPITO
- EL LOCO
CRISPULO
- BERNARDO,
EL BURRO
- MANUELITO
- EL GENERAL
CAPITÁN MARAVILLA
- MONJITA
- PATA PATA
Su nombre:
Ana Felicia Ramírez Medina, nacida en San Pedro del Río, el 3 de marzo de
1.943. Mujer singular de nobles rasgos de carácter, a pesar de su aguda lucha
contra la pobreza; y de una gran capacidad para el trabajo.
Todos los
días se le ve en las calles de la ciudad luciendo sus alargadas faldas y sus
pies calzados con “cholas” plásticas; lleva el pelo corto algo descuidado; su
cara es flaca y se notan rasgos de belleza ya menguados con la edad; poseedora
de una figura delgada, sin ser débil, de
mediana estatura y de muy buena fluidez verbal. Se chancea con conocidos y
extraños poseedora de muy buenas amistades; diariamente recorre las casas
comerciales y las oficinas del poblado donde recolecta papel y cartón limpio,
que luego traslada en carretilla o a hombros hasta su casa en la urbanización
Pérez de Tolosa, donde procede a picarlo para luego venderlo por bultos
a la fábrica de urnas ubicada cerca de allí.
Ultimamente
se ha dedicado a la venta de hielo, negocio que le ha resultado altamente
rentable.
También se
dedica a la recolección de vidrio
reciclable. Felicia, ha dedicado
muchos años de su vida a la limpieza de los baños del mercado municipal,
percibiendo un mísero salario, pero que al fin de cuentas en algo ayuda a
resolver los problemas de su subsistencia.
Felicia
responsablemente, invierte el dinero que
gana, muy dignamente con su esfuerzo ,a
brindarle a su pequeña hija –también tiene un hijo varón-- la educación que
ella, tal vez por su condición natural y por su pobreza no pudo recibir. Detrás
de su informalidad, de sus carcajadas estridentes y de su picardía, se esconde un ser magnífico, un ser de mucha
dignidad, de mucha responsabilidad y de gran calidad humana.
La loca Felicia comparte además del amor a su hijita, el del “niño
Rovira” – señor Humberto Rovira—quien muchas veces le ha tendido su mano, no
como un amigo sino más bien como un verdadero hijo tiende la mano a la madre
que lucha contra la pobreza y las injusticias de la vida. Ella se regocija en
ese amor espontáneo, que a la postre le ha reportado seguridad y algunas
“pizca” de estabilidad emocional
Mi tierra ...
es la sagrada obscenidad
de La Loca
Felicia ,
en su esperanza preñada
de dulce Ilusión,
en sus sarcástico saludo
es su bonita amistad
es su tierno corazón ...
San Juan de Colón, Abril de 1.992
DON NEMESIO
Dentro del
panorama folklórico de la actual capital del municipio Ayacucho, destaca en el
renglón de los personajes Típicos un ser muy especial; como de 1,30 de estatura
y 45 Kgs. de peso,. Hombre de aspecto agradable y lleno de sencillez, reposando
y siempre sobrio, su nombre es Nemesio Morales”.
“Don
Nemesio” como popularmente se le conoce vio su primera luz el año 1.918, en un
humilde hogar de San Juan de Colón. Se dedicó con ahínco durante gran parte de
su vida a la docencia en la aldea La Sanjuana , jurisdicción del municipio Ayacucho,
donde cariñosamente se le conoce como “El Profesor Rosito”.
Poseedor de
una buena educación. Conocedor en gran parte de la historia eclesiástica del
estado Táchira y cultivador del intelecto – a pesar de su edad – mediante la
lectura diaria.
A don
Nemesio, se le observa por las calles del pueblo, las cuales recorre siempre a pie. Viste
pulcramente con paltó, sobre su cabeza un sombrero de copa redonda, sus pies
pequeños –como él – calzan con honra unas diminutas “cotizas” y en su mano su
compañero de toda la vida: el bastón. Su figura agradable en alto extremo,
asemeja la de un caballero antañón trasladado a la ciudad.
Sus ojos
azules brillan intensamente de vivacidad debajo de unas cejas y unas pestañas
bien pobladas. Su pelo de color castaño oscuro,
siempre lo lleva bien arreglado y corto como lo llevan los verdaderos
hombres. Sus “orejas” son grandes y sobresalen en su redonda y arrugada cara, a
la vez que hace contraste con su pequeña boca, en la cual ya no le quedan
dientes, lo que le dificulta grandemente el don del habla pues al hacerlo casi
no se le entiende.
Don Nemesio
es un hombre sereno, que refleja a sus semejantes la tranquilidad de una vida
bien llevada y una conciencia bien limpia. Es callado, observador, respetuoso,
vivaracho, -- no vividor – amante de los
tiempos de feria; es ágil, un poquito desconfiado y sobre todo cuidador celoso
de una buena imagen, no dando pie a que se le falte el respeto en ninguna
ocasión.
Su popularidad radica esencialmente en dos aspectos: En la grandeza de
su imagen como ciudadano, como amigo y como personaje típico. Y en su diminuta
figura corporal que contrasta grandemente con su sensibilidad humana, por su
sencillez, con su honor y con su amor y apego a su pueblo natal: San Juan de
Colón.
San Juan de colón, Abril de 1.991.
PEDRO TUSA
Dentro de
la variedad de personajes populares que han vivido y que actualmente existen en
San Juan de Colón descuella uno en el cual se conjugan una serie de
características que lo hacen un personaje conocido, y por demás interesante
como ser humano, como trabajador, y como “político”.
Este
descendiente directo de don Angel Ramírez y doña Sixta Alviárez nació en San Juan de Colón en el año 1.945.
En la pila bautismal se le concedió el nombre de Pedro José Alviárez, que con
el correr del tiempo recibiría el apodo
de “Pedro Tusa”
Nacido y
criado en el de un hogar católico,
adquiere conocimiento y convicciones de esta doctrina que con el tiempo
se han ido degradando por los efectos
del alcohol y la falta de práctica de la piedad cristiana. Mas sin embargo
Pedro José Alviárez en lo recóndito de su ser guarda todavía un poquito de
temor hacia el Ser Supremo. “Pedro Tusa”
como se le conoce popularmente en el poblado no fue a la escuela, por lo
tanto leer y escribir son derechos que no estuvieron ni aun hoy en día están a
su alcance tanto por la condición humilde, como por sus deficiencias mentales.
Hombre de
mediana constitución física, de 1,68 de estatura y unos 60 Kgs de peso, pero en
el desarrollo de su trabajo se ve forzado a realizar grandes esfuerzos donde
pone de manifiesto una fuerza física descomunal que contrasta abiertamente con
su contextura.
Extremadamente
fuerte se nota al efectuar el trabajo de caletero en muchos sitios de la ciudad,
especialmente en el mercado Municipal y sus alrededores oficio éste, que
desempeña desde hace muchos años, pero que actualmente comparte con su nuevo
“modus vivendi”: vendedor ambulante de frutas, verduras y hortalizas.
A su edad
el pelo ya es un poco canoso, siempre lo lleva corto y sin mucho arreglo; en su
redonda y graciosa cara sobresale su frente amplia. Su nariz es “rechoncha”, su
boca mediana se conjuga con sus juguetones y pícaros ojos. Cuando habla
tartamudea, tal vez por la pérdida de sus dientes, o como dice un popular
refrán: “su defecto es de fabrica”.
Pedro José Alviárez, desarrolla su vida en el circuito comprendido por
los barrios La Esperanza ,
Pueblo Nuevo, Cementerio y La
Tapiza. En estos sitios trabaja, satisface sus necesidades
físicas, se hospeda, y lo más usual en
él los últimos años: “se puede echar los palitos”. “Tusa” es un copeyano de
sepa, defiende su tolda política, a capa y espada.
Muchas veces las personas
mayores “por buscarle la lengua” le hablan de los “buenos gobiernos adecos” que
han manejado al país lo cual le enfurece y le hace replicar con frases fuertes
que defienden a sus compañeros como a su partido. Pero “lo emotivo” es cuando a
Pedro José “se le da cuerda” cuando está como “chicote de bruja”: prendido por
el miche blanco o aliñado o el ron. Pues nada más escuchar que su partido y sus
dirigentes están siendo “objeto de escarnio público se lanza en picada como
águila en defensa de sus corruptos dirigentes y de su “degradado partido”; con
lo palitos encima Tusa es un buen defensor, pues desarrolla una elocuencia que
no es propia de su sobriedad.
Y es así
como su defensa a su “Copei” termina de su parte con tremendo y escandaloso
discurso que llama la atención de
propios y extraños hasta que ya cansado físicamente se le aplaca su espíritu
copeyano o en el peor del caso se le desarrolla “la fuma” y cae vencido en una acera de la calle, donde está
destinado a dormir hasta que le pasa la borrachera, mientras que los que han
provocado tal acción, con palabras
hirientes y provocativas se sienten "felices” y "realizados" pues han pasado un
rato ameno a costillas de Pedro Tusa que yace en el suelo tendido como un
“trofeo” de sus “sapientes cerebros” que son “eficaces” para propiciar este
tipo de situaciones donde se humilla y
se saca de las casillas a un ser humano como ellos mismos pero que ha diferencia de ellos, es sensible
a la ofensa, a la humillación, la vejación y al sarcasmo, y por eso, cada vez
que ofenden a su “Copei del alma” saldrá con todos los hierros en defensa de
la dignidad de sus dirigentes y su verde
partido.
Así es “Pedro Tusa””, feliz a su modo y como todos
su felicidad tiene altibajos, pero cuando él está caído sabe que la ley
de la vida le obliga a levantarse para seguir luchando, para obtener lo mismo
que todos los colonenses que luchamos con la dureza de la vida; “una parcelita”
entre las carreras cinco y tres a un costado de la calle nueve*.
San Juan de Colón, Diciembre de 1.991.
CARLOS JULIO
Cuantas
veces hemos oído expresiones tales como: ¡Está bien, Carlos Julio! ¡No sea tan
Carlos Julio! ¡Ud. si es Carlos Julio!,
y otras que se han popularizado,
aludiendo a este personaje.
Quiero
presentarles en estas páginas al ser, que ha dado origen a estas expresiones, ya clásicas, en nuestro coloquial lenguaje.
Su nombre
de pila; Carlos Julio Rosales, nació el día 25 de marzo de 1.942, en la
jurisdicción del municipio Ayacucho. Y desde temprana edad está residenciado
junto con su familia en la capital de dicho municipio..
El nombre
de su Sra. madre es Bárbara Rosales y el de su Sr. padre Eladio ...
Carlos
Julio, corrió con la misma suerte, de los que nacen signados por la naturaleza,
pues que él también no tuvo la alegría de ir a la escuela ni de visita, y se
quedó analfabeto para toda la vida. Es un hombre de aspecto agradable,
sumamente callado, respetuoso, servicial y en su trato con las demás personas
se muestra como un ser penoso y en extremo reservado.
Carlos
Julio Rosales, es un hombre de mediana estatura y un peso aproximado de 55 Kgs.
y a pesar de ser un hombre ágil en sus movimientos corporales, es torpe en su
coordinación mental, lo cual le ha reportado un sinfín de regaños despectivos,
que más tarde le han sido transferidos a las personas normales cuando echan sus
metidas de pata”. Normalmente viste camisa manga corta, sus pantalones son
anchos y algo cortos, por lo cual se podría decir que siempre está pasando el
río, sus pies calzan pequeñas cotizas de caucho y cuando camina lo hace rápido
y da la impresión de que va flotando.
En su cara
pequeña y medio redonda sobresale su gruesa nariz, su boca es pequeña y
desdentada, su frente es amplia con agudas entradas al cuero cabelludo, sus
ojos son vivaces y pequeñitos y dan la impresión de que siempre están ansiosos
de imágenes. Los pabellones de sus orejas
son grandes y echados hacía atrás.
A Carlos Julio, le gusta la vida hogareña y la disfruta a pesar de que
tiene que salir a ganarse la vida como caletero. En los días de mercado
público, se le puede observar realizando este oficio, en el cual demuestra una
gran capacidad física y una fuerza casi descomunal en proporción a su peso y
estatura.
San Juan de Colón, 16
de Julio de 1.991
CILANTRA
Su nombre,
Fidelina Ontiveros de Ramírez, nació en San Juan de Colón, capital del
municipio Ayacucho.
Es viuda, su
esposo fue el Sr. José Alberto Ramírez, hombre que gozaba de mucha popularidad
en San Juan de Colón; se le conocía popularmente como “Pan Tostao”. Hombre sin vicios y trabajador. La
municipalidad lo ocupaba como barrendero del viejo mercado de la Plaza Bolívar antaño
llamada Plaza Colón. De este matrimonio no quedaron hijos.
Fidelina,
es hija de los difuntos Sr. Casildo Ontiveros y Sra. Tulia Mora, oriundos de
Táriba.
Es una
mujer de baja estatura, 1,50 Mts. aproximadamente y unos 36 Kgs. de peso; su cara jovial y
bonachona está surcada por grandes
arrugas producto de su avanzada edad. Su
pelo es ya canoso y cae sobre sus hombros, en él siempre luce una corbata o
alguna flor. Sus brazos son largos y flacos; es muy buena “conversadora”, y a
las preguntas da certeras respuestas. Su caminar es pausado ... casi de
tortuga.
Fidelina,
mayormente para salir a la calle se pinta
los labios, con encendidos coloretes Viste con largos vestidos, calza
zapatos de medio y bajo tacón. Siempre se le ve en el mercado municipal, los
días viernes y sábados. También transita por las calles colonenses en afanes de
visitas, o simplemente para procurar
conseguir alimentos con que reponer sus fuerzas. Ella es una mujer apegada a
Dios y a la Santísima
Virgen , “quienes le ayudan y nunca le faltan”.
Fidelina,
vive en la calle uno entre carreras cinco y seis, donde llamaban La Tapiza , en un humilde
rancho, cercado en cañabrava. Allí desempeña los oficios propios de una ama de
casa: lavar, cocinar, barrer, y cuidar la casa. Ella es feliz en su humilde
mundo, representado por su hogar.
Su
matrimonio con José Alberto Ramírez, es uno de los más famosos en la historia
de San Juan de Colón, pues “Pan
Tostao” era otro personaje igualmente
conocido de todos los colonenses. Por muchos años vivieron con la familia
Giusti, al frente de la actual Plaza
Bolívar por la carrera cuatro. Allí se les prodigaba el alimento, el techo y un
sueldito, a cambio de ayudar en los oficios del hogar.
Cuentan que cuando se casaron “Pan Tostao
y Cilantra”. la gente del pueblo los esperaba a las puertas de la iglesia para
brindarles un buen aplauso. Lo cual, ellos al escucharlos optaron por esconderse tras las enormes puertas de la iglesia, hasta
que por fin algunos miembros de la familia Giusti lograron conducirlos hasta su
casa de habitación, donde se celebró un pequeño agasajo en honor a los
contrayentes.
San Juan de Colón, septiembre de 1.991.
MAMORRO
Su nombre:
Asunción Rosales, nació en San Juan de
Colón. Su fecha de nacimiento se desconoce. Su
madre es la Sra.
Nicolasa Rosales y su residencia fue hasta el año 1.990, una
humilde casa de bahareque ubicada en la carrera siete entre calles siete y ocho
de la cual fue desalojado por su presunto dueño a raíz de la muerte de su
progenitora.
Allí, en aquella casita del barrio Pueblo Nuevo,
siempre halló consuelo a su mala estrella en la vida. Pues siendo un trabajador
constante, lo que ganaba apenas alcanzaba para comprar alimento para el
sustento de su Sra. madre y el suyo propio. A pesar de esta situación en su
cara siempre se hallaba dibujada la conformidad y la dicha de tener a su lado a
la iniciadora de sus días.
Asunción
Rosales, practicaba por estos días varios oficios como lo son el de mandadero y
el de cuidador de casas. Pero el oficio que más ha ejecutado es el de caletero.
Labor ésta, que ejecuta con destreza, con soltura y con responsabilidad.
Mamorrito,
como solemos llamarle sus amigos, es un tipo agradable, simpático, de buen
aspecto físico, fuerte en sumo grado a pesar de su aparente endeble
constitución física, es como de 1.70 Mts de talla y 65 Kgs de peso. Su cara es delgada, un poco alargada, pero
que armoniza con sus ojos opacos y su pequeña boca. Su nariz es medio
perfilada. Los Pabellones de sus orejas son pequeños; su rostro refleja
pasividad, pero en el fondo se le nota una tristeza, que martiriza su ser
interior, aunque de sus labios nunca se escapa queja alguna.
Mamorro,
nunca fue a la escuela, aunque la vida haya sido una dura escuela
para él. Nunca se mete con las personas que se consigue en las calles de pueblo.
Puede tildarse de servicial y decente. Es respetuoso con sus amigos, amistades
y extraños. La conformidad para aceptar
la vida “a como va llegando”, creo sea un rasgo natural en él, o en su defecto una enseñanza o bien de la
misma vida o de su progenitora.
Muchas
veces lo vemos en el mercado ofreciendo sus servicios de caletero, o esperando
que alguna persona tenga a bien proveer algo para su sustento. Uno de sus
sitios predilectos es la esquina de la calle seis con carrera seis donde está
ubicada la famosa Panadería Mario, allí pasa horas enteras, esperando aparezca
la mano generosa que alivie las necesidades del día.
Hay un
episodio en la vida de Asunción Rosales, en el que dejó traslucir la belleza de
su ser interior y el gran amor que profesaba por su señora madre. Resulta que
al enfermarse su progenitora, la trasladó al hospital de San Juan de Colón, en
donde fue atendida y posteriormente trasladada hasta el hospital Central de San
Cristóbal. Hasta allí se trasladó el amante hijo quien veló durante treinta
días aproximadamente por el cuidado de su mamá. Sin medio en los bolsillos, con
el hambre atormentándole sus entrañas, sin ropa de repuesto y durmiendo en
sillas o en el suelo; allí, estuvo hasta
que el Dios infinito del cielo decidió aliviar el dolor de Nicolasita,
llevándola de este mundo hasta la eternidad. Pero ahondando más el martirio de
asunción, pues a la pérdida irreparable
de su progenitora, surgió el grave problema de sus bolsillos que estaban en
“bancarrota” y le era imposible enfrentar solo tan lamentable situación. La
morgue del hospital Central fue escenario del conmovedor drama de un hombre que
se aferraba al cuerpo inerte de su ser más querido ... como queriendo impedir
la voluntad de Dios. Su cara reflejaba el asombro de contemplar la palidez
lúgubre del rostro arrugado de su progenitora;
el llanto fue incontenible, sentido y lastimero. La derrota se ciñó
sobre su vida, para nunca dejarlo.
Imposibilitado
económicamente para reclamar el cuerpo de su Sra. madre para trasladarlo hasta San Juan de Colón y darle cristiana
sepultura, Tocaríale en desgracia ser protagonista de la humillación más grande
a que puede ser sometido un ser humano: resignarse a esperar en la morgue del
hospital Central hasta que alguien o algunas de las gentes que le conocían en su
pueblo o algún buen samaritano que pasara por allí, proveyera para tal acto.
Los días fueron pasando y Mamorro continuaba al lado de la procreadora de su vida. Solo,
hambriento, casi desquiciado por el dolor, sin una mano que se extendiese a
aliviar su indecible dolor. Sólo le sostenía el gran amor por aquel ser, que él
se negaba a abandonar aún después de haber sido abandonado él para siempre. Su
mente no entendía nada, fue así como pasaron treinta días más de cruel tormento
para Asunción Rosales, hasta que por fin Dios proveyó para su necesidad y pudo
trasladar y sepultar a su mamá en San Juan de Colón.
Y él quedó
vagando, ya no por las calles, sino por una vida sin sentido, sin ilusiones y
sin esperanzas, porque su vieja era su deseo de vivir, su fe en la vida, su
amor sincero, su sueño, su consuelo y su más cara pertenecía.
San Juan
de Colón, 24 Junio 1.993.
EL MAESTRO
¡Hay que
quitarse el sombrero, delante de este señor!
Néstor
Antonio Rosales, es su nombre, nació en San Juan de Colón, en el desaparecido
Hotel Táchira de la calle real, hoy calle cuatro. Adviene al mundo el día 8 de Septiembre de 1.916.
Fueron sus padres el Sr. Victoriano Vivas y la Sra. Catalina
Rosales. Siendo hermano materno del precursor del sindicalismo venezolano, Luis
Hurtado Higuera. Fue criado por su
abuela paterna señora Liboria Medina,
quien le prodigó cariño y le encaminó sus primeros pasos en la vida, que por
cierto le ha sido adversa, pues la
pobreza, es su terrenal compañera.
Fue alumno
del ilustre maestro lobatero Br, Francisco de Paula Reina, quien inculcó en su
alma grandes principios morales y excelentes conocimientos generales. En la
desaparecida Escuela Bolívar, que éste
regentaba, cursa los tres primeros años de su primaria, el cuarto grado
lo cursó con el presbítero José Edmundo Vivas en el Colegio Sucre
Al no poder
continuar sus estudios por la pobreza crítica en que vivía su familia, se ve
obligado, a temprana edad a enfrentarse a la vida en pos de la sobrevivencia,
no habiéndole faltado “Dios” en ningún momento .
Don Néstor,
en un tiempo fue propietario de una pequeña finca en la aldea El Peronilo, la
cual tuvo que vender, al no poder atender por falta de recursos.
Actualmente
se gana la vida como mecánico automotriz
y otros oficios menores para los cuales es requerido
don Néstor Antonio Rosales, se le conoce
popularmente como “El Maestro”, sobrenombre que le cuadra bien por sus grandes
conocimientos de historia local y por la forma natural como los transmite a
quienes le inquieren al respecto.
Cuando a
veces los muchachos en la calle le gritan su apodo, él se ofende grandemente
... tal vez porque se lo gritan en tono despectivo y sarcástico. Después que le
pasa su enojo vuelve a ser la persona
normal que camina por las calles de la ciudad, sin ofender ni meterse con
nadie.
En mis
palabras iniciales, refería que ante este señor de aspecto humilde y dejado,
hay que quitarse el sombrero, por su gran lucidez mental, por su buena memoria
y por sus grandes conocimientos de nuestra historia local. En verdad que da gusto
sentarse con él en cualquier esquina a conversar sobre diferentes tópicos de la
historia colonense. Y es que sencillamente para él, el tiempo no pasa ...
En lo
particular, creo abiertamente que el Sr. Néstor Antonio Rosales, merece el
mismo respeto y estima que cualquier otro ser humano, pues él es una persona
muy interesante, desde muchos puntos de vista.
Estas
humildes palabras, que someramente han trazado parte de su vida, pretenden ser,
un homenaje para este humilde hombre trabajador, respetuoso, inteligente y que
forma parte de nuestro patrimonio folklórico. Siendo un personaje típico muy
original en su vestir, en sus ideas, en sus canciones, en sus palabras y en sus
conocimientos de la vida y de la historia. Estoy seguro que en nuestro país,
ningún otro pueblo cuenta con un individuo calificado dentro del panorama de
los personajes populares tan sapiente, con tan buen don de la palabra y con tan
extraordinarios conocimientos históricos sobre su pueblo, como los posee este
humilde colonense.
San Juan de Colón, 16 de Agosto de 1.992.
Nota del
Autor:
Este breve ensayo, a manera de semblanza
sobre la vida de don Néstor Antonio Rosales, se terminó de escribir el día 16
de Agosto de 1.993. Don Néstor Antonio Rosales falleció el día 17 de febrero de
1.996 en San Juan de Colón, el pueblo que él tanto amó.
TOÑITA
Significativo
es para mí, escribir estas notas, sobre María Antonia Contreras, popularmente
conocida como “Toñita”, María Bonita”, y en épocas pasadas como “La Reina de los Toreros”.
Pues ella,
al igual que mi padre, desciende y proviene de esa gente bregadora, de gran
temple, de naturaleza indómita pero a la
vez de una elevada calidad humana, de sentires profundos y de espíritu noble,
que vieron la primera luz, vivieron su infancia y
adolescencia en su nativa aldea “La Lajita ” en donde aprendieron las primeras letras
y ganaron sus primeras lochas recolectando café.
“Toñita”,
nació el 13 de junio del año 1.909 en el seno de un hogar feliz, constituido
con amor y gran responsabilidad por su padre Sr. Daniel Contreras y su señora
madre, Maximina Contreras de Contreras, de cuya unión nacieron otros nueve
hijos.
María
Antonia “Toñita” cursó en su nativo suelo hasta el segundo grado de primaria,
donde aprendió a leer, a escribir y
hasta a dominar algunas reglas de aritmética.
Desde hace
muchos años se radicó con su familia en San Juan de Colón donde ha gozado --desde entonces—de gran popularidad.
Su menuda
figura – mide 1.19 de estatura y pesa aproximadamente 33 Kgs. – a la que
siempre engalanan hermosos vestidos, especialmente confeccionados para ella, le
ha reportado esa popularidad, la que ella y su familia han sabido “administrar”
muy atinadamente, para conseguir y mantener el respeto, el cariño y el aprecio
de todos los colonenses.
Su cara pequeña,
ya con arrugas a causa de la edad, refleja la pasividad y la tranquilidad de un
ser sereno y moderno. Su mirada es
tierna y en ocasiones pícara pues como
toda mujer, posee una pizca de
coquetería. Al tratarla, deja entrever la dulzura de su ser interior, que
exterioriza ante sus semejantes, en infantiles
sonrisas comparables a un buen bálsamo que alivia el dolor. Es respetuosa, de buenos modales, hogareña,
de intachable conducta moral y por sobre todas las cosas de este mundo, una
fiel creyente en “Dios”.
Su paso al
caminar es rápido,--a pesar de sus cortas piernas-- y camina erguida, con elegancia y cuando a su
paso es saludada, responde
inmediatamente de una manera cordial. Sobre su hombro pende siempre –cuando va
de compras o al centro de la ciudad—un bolso.
En su
residencia –urbanización El Pinar—se dedica, cada día a los quehaceres del
hogar, el cual comparte con su hermano Carlos, bajo la protectora mirada de
su hermana Francisca.
Los
colonenses, aún recuerdan con cariño, pero a la vez con picardía la más emocionante
anécdota que vivió María Antonia “Toñita” como la “Reina de los Toreros”,
cuando las ferias se realizaban en el ruedo, de la que antaño se conoció como
“Plaza Bolívar”, y luego como Plaza de Toros. “Tarde de sol y sombra; la banda
municipal, magistralmente dirigida por su maestro toca los acordes de
pasodobles que hacen hervir la sangre en las venas, “las botas” llenas de vino,
o de manzanilla, o de buen ron, van de boca en boca, mojando el paladar;
mientras tanto, la expectativa crece cada vez más. Todos están ansiosos por
observar a María Antonia “Toñita”, “La
Reina de los Toreros”
lidiar un novillo, como ha sido prometido a la ardiente afición taurina
colonense, que hoy, día del patrono de
la ciudad ha colmado la plaza.
Ya los diestros han lidiado dos toros y
ahora se prepara “La Reina
de los Toreros”. Sale raudo el novillo, que rodea la arena; de buena estampa y
un peso aproximado a los 200 Kgs. “Toñita” se asoma por un lado del burladero,
apenas si se ve. Los novilleros
subalternos, llevan al bravo novillo al otro extremo del redondel para
permitirle la entrada y el acomodo a “La Reina de los Toreros”. A la entrada de Toñita, estalla la afición en
aplausos, “Toñita” sonríe, capote en
mano se dirige valientemente al redondel, de pronto detiene su andar. ¡Está
sudorosa!. Nerviosa mira al público. El capote se le enreda en sus pequeñas
manos. El novillo, percibe el movimiento y se apresta a envestir. “Toñita”
valientemente mira a su gigante y bravo enemigo. Después levanta su diestra y
el público enmudece cuando mueve su capote. El pesado novillo inicia la
embestida; en cuestión de décimas de segundos Toñita –ya empapada en sudor y
temblorosa-- suelta el capote e inicia
su frenética carrera hacia el burladero más cercano. El público permanece
sentado y callado. La angustia los sume, y pensamientos trágicos acuden a sus
mentes. Toñita voltea su cabeza y observa muy cerca de sí, al bravo animal que
ya le pisa los talones. El público se pone de pie y comienza a auparla y a
animarla. El toro se viene encima, con su cabeza baja y sus largos “pitones”
abiertos, como dispuestos a “raerla de la faz de la tierra”. ¡ El soberano
corre con ella”!. ¡El astado está a punto de asestar su mortal golpe!. El
público trémulo del terror lanza un largo
¡oooooh! al unísono, “Toñita” se siente perdida. A punto de recibir la
cornada, sacando fuerzas concentradas en su diminuto cuerpo, de un salto, en envión
final, alcanza – a Dios gracias—el burladero, justo en ese momento su brutal
enemigo choca contra él: ¡Toñita está a salvó!. El público estalla de su
éxtasis contenido ... ¡gritan!, ¡dan gracias a Dios!, otros estallan en
histéricas carcajadas. El toro es conducido fuera del ruedo.
El público reclama
la presencia de Toñita. Ésta desconfiada y
tomando experiencia, asoma su pequeña cabeza por un lado del burladero y
después de verificar que su mortal enemigo ya ha sido evacuado, se lanza de
nuevo a la arena y el público la ovaciona largamente como premio a su
intrepidez y a su meritorio –aunque fallido—empeño. Su popularidad se
acrecienta en este acto”.
San Juan de Colón, Octubre 1.991.
MARTINIANO
De los
personajes típicos que la providencia ha tenido a bien concedernos como
patrimonio folklórico regional, hallamos a uno muy singular, por lo sensible de
su alma y por la pesada cruz que ha llevado durante su enfermiza vida. Me
refiero a “Zambrano Guerrero Martiniano” conocido llanamente como “Martiniano”.
Individuo altamente sociable, de nobles sentimientos y con vocación de servicio
a su familia, amigos y particulares.
Es,
Martiniano para su núcleo familiar, un miembro muy especial, dada su condición
natural. Allí, le prodigan un cuidado comparando como el que se le se da a un niño en sus primeros años. Allí, el aliento
de sus seres queridos en sus horas amargas. Allí, la mano tendida en actitud
piadosa para socorrerle en su lecho de enfermo. Allí el tierno detalle de
aprecio por su dignidad humana: su ropa limpia, su cómoda cama, su puesto a la
mesa en la hora de reponer las fuerzas mediante la alimentación y es allí, en
su círculo familiar donde “Martiniano” ha encontrado el habita propicio para
ser feliz, a diferencia de la gran totalidad de estos típicos personajes, que
han encontrado su calma en la peregrinación.
Zambrano
Guerrero Martiniano, nació en Guabinas
- Ayacucho, el día 02 de
enero del año 1.938, y el número de su
ciudadanía venezolana es 1.535. 193.
Su
contextura física es de hombre fuerte sin llegar a ser corpulento. Su figura es
alargada como de 1.74 Mts. de estatura y unos 75 Kgs. de peso.
Sus brazos
son largos y huesudos .Siempre viste camisa de popelina manga corta, de colores
suaves que luce por fuera de sus
pantalones que lleva holgadamente; mientras que sus pies van calzados con
típicas cotizas de caucho fabricadas en
su lugar nativo. En su graciosa cara sobresale su gran nariz, que contrasta con
su pequeña boca y que a la vez hace juego con su amplia frente y su alargado
cuello; sus “orejas” son alargadas pero sin exageración, su pelo corto luce
limpio, mas su preocupación no es
precisamente peinarlo a cada momento; su bigote es canoso; sus pómulos salidos,
de cejas pobladas y unos ojos pequeños, que brillan no sé si de alegría o de
picardía pues su mirar confunde.
En su boca,
ya sin dientes, siempre o casi siempre se observa su mortal enemigo: el
cigarrillo, que él en su ignorancia y en su ingenuidad consume con gran avidez
y en grandes cantidades.
Martiniano
sabe firmar su nombre, aunque prácticamente es analfabeto. Es soltero pero su
naturaleza masculina como es lógico siente inclinación de sana admiración y de
respeto hacia el sexo opuesto, en claro
contraste y directa recriminación a aquellos hombres, más dotados intelectual y
físicamente por la madre naturaleza y
que teniendo al alcance todos los privilegios de nuestra civilización han
optado de una manera voluntaria, irresponsable, y rebajando todo lo que se
llama moral y buenas costumbres, traicionar doblemente los principios de
masculinidad y de hombría –no machismo—con que nos dotó la sabia naturaleza,
aceptando la relación física (coito) con individuos del mismo sexo –
homosexualidad – y despreciando la
belleza y la atracción natural que la mujer ejerce sobre el hombre.
Que más se
puede escribir de un hombre como lo es “Martiniano”, alegre, saludador,
amigable, fumador empedernido, servicial, sin odios ni rencores para con sus
semejantes, a pesar que muchas veces
recibe burlas en vez de respeto; y hostigamiento en vez de cariño y comprensión
de parte de una minoría inescrupulosa que goza y fabrica su felicidad en la desdicha y desgracia de los
demás A él,
nuestro respeto, nuestra estimación y nuestros votos ante Dios para que siga
viviendo y sea feliz ... a su manera, hasta que su vida llegue al ocaso.
Mientras tanto seguiremos escuchando en su rápido hablar sus palabras más
distinguidas y no menos disparatadas: -- jo, jo, jo bicho pa` puerco ... jo,
jo, jo bicho pa` puerco ...
San Juan de Colón, Diciembre de 1,992.
JOSÉ
PEPITO
Nació en El
Molino jurisdicción del municipio Michelena, el día 5 de Julio de 1.946.
Proveniente de una familia numerosa, de esas que en otrora se veían en nuestros
campos. Núcleo familiar formado por su
señor padre Altagracia Rosales Colmenares y su señora madre Rosa Colmenares de
Rosales y dieciséis hermanos más.
Su nombre:
“José Claudio Rosales Colmenares”, desde temprana edad fue enviado por sus padre a la escuela de su
tierra natal, donde ocupaba su tiempo en jugar y hacer travesuras más que al aprendizaje de sus primeras letras. Ya
desde su niñez tomó la decisión de abandonar la escuela para dedicarse al cultivo
del espíritu en las aulas de la naturaleza. Es así como José Claudio “Pepito”
se convierte en un bregador de las durísimas “tareas” del campo y de la
ganadería.
Un día sus
padres decidieron radicarse en la vecina Ciudad de Las Palmeras, para darle más
oportunidad al grueso grupo de muchachos que ya despuntaban a la vida y que en
su lar nativo no tendrían más opciones, que la de la pala, la del machete, la
de la cocina, la escaldilla y la del
balde para ordeñar. No obstante a todos estos razonamientos, por decisión
familiar nunca se han desprendido del pedazo de tierra, donde la familia vivió
tiempos inolvidables Desde su llegada a San Juan de Colón, se radicaron en la
zona que hoy corresponde a la urbanización El Pinar, donde permanecen aún, a la
vera del camino de recuas que antaño unía a la capital del municipio Ayacucho
con la aldea Paraguay.
José
Pepito, alberga en su alma convicciones y principios católicos, aunque casi nunca asiste a la
misa.
Es soltero
y hasta el día de hoy no ha tenido novia, aunque cuando se “echa” los palitos
se decide a brindarle serenata a las “viejas (nombre con el cual, él designa a
las mujeres maduras).
Mide
aproximadamente 1,60 Mts. de estatura y pesa 56 Kgs; su frente es amplia, como
la de los grandes intelectuales, brazos cortos, sus pies pequeños siempre calzan
“botas de caucho”, en las cuales mete
las “mangas” de sus pantalones. Sus ojos “aguamielados” son brillantes y llenos
de picardía. Su caminar es reposado y al hacerlo lo hace “chonetamente”. Es
callado y las pocas veces que había muestra sus “deteriorados” dientes.
Despacio
recorre diariamente la urbanización El Pinar y el barrio Los Chinatos en busca
de su yegua y el ganadito de sus padres, a los cuales prodiga un solícito
cuidado.
las madres
de los niños de estos lares, muchas veces utilizan su nombre y su “figura” para
asustar a sus hijos e impelirlos a hacer sus tareas o para que coman o se vayan
a la cama. Es así como la personalidad de Pepito se va asociando con las
vivencias de estos parajes, donde ejerce su “humilde dominio”
Frases
como: ¡Si no come se lo va a llevar Pepito!
¡No se vaya
para la calle que ahorita viene Pepito!
¿Si no se
acuesta le voy a decir a Pepito que se lo cargue!
¿Si se
porta mal se lo voy a regalar a Pepito!. Van alimentando cada día la tradición
y el reconocimiento de ancianos, jóvenes
y niños a este típico representante de los campos andinos.
Muchas
veces los niños cuando, José Claudio, recorre las calles y veredas de los citados barrios, le gritan
sarcásticamente ¡Pepito! ¡Pepito! ¡Pepito! Lo cual le hace enojar grandemente,
pero su ira se disipa prontamente al hacerse cargo de los múltiples quehaceres
que han copado su vida desde su infancia.
San Juan de Colón, Mayo de 1.991.
EL LOCO CRISPULO
Hombre
trabajador y bregador, que ha divertido con su natural modo de ser a las
generaciones de las décadas de los años cincuenta hasta los noventa del presente siglo y Dios
quiera pueda estar para deleitar a su San Juan de Colón amado en la apertura
del siglo XXI, que ya casi alcanzamos.
Su nombre
es Molina Sandoval Crispulo, nacido en la aldea El Molino del municipio
Michelena, el día 14 de marzo del año 1.932, su ciudadanía venezolana está
registrada con el número 186.938. Hijo de don Cecilio Molina y de doña Serafina
Sandoval. También se le conoce popularmente como “chorizo” y Rampuche”
El Loco Crispulo, se radicó muy joven en San Juan de
Colón, cabecera del municipio Ayacucho y aquí cambió totalmente su vida, Fue
después de los Sres. Salas y Eloy Contreras el que impulsó la fiebre de las
bicicletas en nuestro poblado. Con su singular personalidad, prontamente fue el
número uno en su oficio con sus diecinueve años
apenas; aun hoy, gracias a su perseverancia, constancia y su
responsabilidad en su trabajo, dos de sus hijos, Alfonso y Manuel se benefician
de lo que su honrado padre sembró. Son ellos, los legítimos herederos de su
arte y su perseverancia por mantenerse en tan honrado pero tan desgastador
oficio.
Este noble
“chorizo” tachirense no fue a la escuela y como consecuencia no aprendió a leer
ni a escribir, aunque sus hijos le enseñaron a firmar. Toda su vida la ha dedicado al trabajo. “A lo que salga” como él
lo dice.
Durante
mucho tiempo “pirateó” desde Cúcuta hasta Maracaibo y de San Juan de Colón a
San Cristóbal en un vehículo que
consiguió como fruto de su trabajo. “Chofer locato y despreocupado”, ¿Cuántos
sustos pasarían sus desventurados pasajeros?,. Aún se escuchan sus incontables
anécdotas como “pirata de la carretera”. Sus pasajeros solamente lo fueron por
un viaje, pues eran tantos los sustos a
que “El Loco Crispulo” los sometía en las carreteras, que optaban, bajo
“solemne juramento” a no volver a montarse con el “chorizo” bajo ninguna
circunstancia.
Crispulo,
es juguetón, alegre, dicharachero, saludador de todos los que reclaman su
saludo. Sus pies siempre van calzados con zapatos colombianos de marca
“Grulla”, su camisa manga corta la usa
por fuera de su pantalón, “porque le asienta bien”.
Su cara es redonda; los pabellones de sus
orejas son gruesos; su tez es blanca; su nariz es grande pero le va con su
redondo rostro. Sus grandes ojos son saltones y llenos de viveza. Cejas
pobladas, boca mediana. Su pelo es corto y se deja una corta patilla. Su cara
esta la mayoría de las veces bien afeitada.* En su cabeza no falta nunca la
gorra. Posee una voz débil, no muy grave que no le asienta con su edad, ni con
sus 75 Kgs,. de peso ni menos con su 1,74 mts,. de estatura.
El Loco
Críspulo, posee buen genio y un espíritu “como de adolescente”. No se amedrenta
ante las burlas, ni ante las personas
que quieren arrollarlo moralmente por su
natural condición.
Su fama
radica en su forma peculiar de resolver los problemas en que se ve envuelto a
cada momento.
Contrariamente
a todos los personajes populares, Críspulo es casado y posee un hogar formal.
La señora Victoria Ramírez de Molina es la hermosa dama que le acompaña en la
vida para bien o para mal. De esta unión han nacido diez hijos varones y una
hembra. En su familia se le respeta y se le quiere como esposo y como padre, y
se le admira y se ayuda como personaje
que goza de alta estimación en la comunidad, en donde ha hecho su vida.
Aún se
encuentran frescas en la memoria de los colonenses, las travesuras de este
“chorizo”, que cual niño hacía gala de ingenuidad y de inocencia para salirse
de los embrollos que el destino le deparaba y aunque actualmente está
“descansando”, su anhelo es volver a sus viejas andanzas como “pirata del
volante”. Muchas veces sus historietas fluyen con facilidad y en tono alegre
contando sus travesuras, desventuras y aventuras cuando poseía su vehículo.
San Juan
de Colón, Junio de 1.991
Actualmente se ha dejado crecer una espesa barba
BERNARDO EL BURRO *
Su nombre:
Pedro Bernardo Porras. Hijo de don Juan Medina y doña Cecilia Porras, nació en el barrio “La Esperanza ” de San Juan
de Colón.
Conocido comúnmente
como “Bernardo El Burro” por su formidable fuerza física y su descomunal
capacidad para el trabajo. Durante muchos años se desempeñó como ayudante de
camionero y como caleta. Los muchachos lo mofaban a su paso por las distintas
calles del poblado nativo, lo cual hacía que Bernardo se enardeciera de rabia y
soltase sus imprecauciones y maldiciones a los cuatro vientos. Pero este estado
de ánimo se alejaba pronto de Bernardo lo
mismo que la muchachada espantada al observar su furia.
Bernardo El
Burro, en su apogeo era fornido,
prototipo del caletero, aunque algo barrigón. Su peso es como de unos 80 Kgs. y
su talla como de 1,75 mts.
Sus brazos
son de una longitud normal aunque gruesos por la dureza de su trabajo. Sus
piernas son musculosas y dan la sensación de solidez, su espalda es ancha
aunque sin exageración. Sin ser un hombre musculoso o fibroso, al tenerle en
frente da la impresión de ser un ser de granito, duro, sólido, que lo puede
soportar casi todo físicamente.
Su cabeza
es grande, su frente es amplia, su pelo corto, su aguileña nariz contrasta con sus pequeños ojos. En su
redonda cara sobresalen por cada lado dos pabellones de orejas alargados.
Cuando sonríe su mediana boca dibuja una mueca más bien que una sonrisa. Sus
cejas pobladas son graciosas. A causa de su edad, la calvicie, en su cuero
cabelludo, ha comenzado a hacer estragos, pero él no se da por enterado. En su
mocedad fue el típico machote andino; jugador, pelearín, tomador, fumador y
aventurero. Pero sobre todas las cosas efímeras, “Bernardo El Burro” fue un
incansable trabajador.
Su lucha
contra la vida fue ruda, brutal, nunca dio
ni pidió cuartel; no se doblegó ante la pobreza, pero un día la
naturaleza humana después de tanto batallar cedió ante una nefasta enfermedad que le mantiene
desde hace varios años postrado en cama a la buena de Dios.
En
conversaciones con Bernardo trasluce la nobleza de su espíritu, que contrasta
abiertamente en su dureza física. Es católico, aunque su naturaleza es poco
inclinada a la religión. Respetuoso de las leyes. Además siempre ha sentido
admiración y cariño por la juventud y la niñez a pesar que le han hecho pasar
pésimos ratos en las calles colonenses.
Como todos los personajes populares “Bernardo El Burro” es un ser sin historia
notable pero que ha llenado de anécdotas e historietas a toda una región, que
le quiso, que le admiró, pero que también le dio la espalda cuando él más ha
necesitado el cariño y la caridad de sus coterráneos, como son estos años cuando lucha sin fuerzas, pobre y solo contra una terrible
trombosis, que mina su salud día a día sin más compañía que la de Dios y sin
más manos piadosas que vean de él, que la de una familia vecina que ha tenido a
bien atenderle en esta su hora suprema.
San Juan de Colón, Junio de 1.992.